martes, 16 de marzo de 2010

LA ÚLTIMA PRUEBA DE AMOR DE LEIDA ROSA UNA HISTORIA INOLVIDABLE


Tomado del colombino 5 de Noviembre de 2009

La bendicion y un consejo a sus hijos fueron los últimos gestos de esta mujer que murió tras pisar una mina en Dabeiba.

Hasta el último suspiro de vida fue para sus pequeños hijos. Leida Rosa Úsuga yacía en un camino de herradura con un pie destrozado tras pisar una mina y nadie en la lejana vereda de Dabeiba se atrevía a socorrerla a ella, su esposo, tres hijos y un primo también mal heridos.

La madre los besó, les dio la bendición, luego se persignó. Un último gesto de amor, porque luego murió desangrada en las piernas de uno de sus pequeños. Fue la primera de las víctimas en fallecer.La madre, mal herida de muerte, sacó fuerzas para aconsejar a su hija de 6 años y dos niños de 9 y 12. Les pidió que se portaran bien, "que le hicieran caso a su hermana mayor, que iba a cuidar de ellos" y que "pensaran en sus padres".La despedida de su madre y la agonía de su padre Pedro Antonio Hoyos y su primo Elkin Hoyos fueron algunos de los conmovedores relatos que Yarleison hizo al llegar a la casa de su tío, a las 4:00 a.m., el pasado viernes, cuando pedía auxilio para su padre agonizante: "ayuden a mi papá que está pálido de tanto echar sangre, mi mamá ya se fue y nos dejó solos".Cuando amaneció y varios campesinos fueron al sitio del accidente, ubicado a mitad de camino entre las dos fincas en la vereda Cuchillón, encontraron a Pedro Antonio Hoyos y a su otro hijo Pedro José, de 9 años, vivos, aunque mal heridos y emparamados porque desde la medianoche hasta a el amanecer llovió. A pocos metros de ellos estaba el cuerpo de Leida Rosa, sin vida, como Yarleison había dicho un par de horas antes.

A padre e hijo los llevaron a la casa del familiar. Adriana, la hija mayor, trató de reanimarlo. "Estaba blanco, pálido, le hablé, pero solo movía la cabeza de un lado al otro, luego abrió los ojos un instante y se me murió". La mina que pisó la noche anterior le amputó la pierna debajo de la rodilla. También murió desangrado, mientras los dos niños eran trasladados de urgencia al hospital de Dabeiba por heridas de esquirlas en sus cuerpos y rostro y luego remitidos en helicóptero a Medellín por la gravedad de sus heridas.A Elkin Hoyos, primo de Pedro lo encontraron poco después que a la pareja y los niños. Lo hallaron cerca a una cañada. Uno de los niños contó que tras pisar la segunda mina, Elkin se levantó y trató de correr unos metros, pero se desplomó.La explosión le destrozó un brazo y le produjo heridas en el tórax. "Los niños dicen que pidió auxilio durante horas, hasta que su voz se dejó de escuchar, entre el intenso frío y la lluvia", contó Adriana, la hija mayor de Pedro Antonio y Leida Rosa.

Noche de agonía y muerteSegún el relato de los tres niños sobrevivientes, ahora huérfanos, la tragedia familiar empezó la noche del jueves al regresar a la finca tras una reunión en la escuela.
Alrededor de las 7:00 p.m. se dsplazaban por el camino de herradura por el que transitaban a diario. Leida Rosa y sus hijos, Liliana y Yarleison, iban adelante. Atrás venían Pedro Antonio y Pedro José. De pronto, una explosión."Sentimos un fogonazo y tierra encima? mi mamá cayó y empezó a temblar", relató Yarleison a sus familiares antes de su traslado a Medellín.

El padre resultó ileso, se devolvió para la casa de su hija y minutos después regresó con Elkin, su primo quien acudió en auxilio de sus seres queridos, solo para tener el infortunio fatal de pisar un segundo artefacto explosivo.Las familiares que estaban en la finca supieron por boca de Pedro Antonio del accidente y luego escucharon la segunda explosión. Nadie podía adivinar si había más minas en el sitio. "El miedo se apoderó de nosotros y los vecinos que llegaron, ellos pedían ayuda pero estaba de noche y estaba oscuro? nadie los pudo ayudar -contó Adriana-.

Luego se largó un diluvio y el frío era tremendo".Pero para esta familia campesina de la vereda Cuchillón (corregimiento San José de Urama) casi no hubo tiempo para asumir el dolor y el miedo de caminar por la trochas y pisar más minas antipersonal sembradas por la guerrilla. Un miedo que impidió que evacuaran los cuerpos el mismo viernes. En la vereda nadie quería salir a andar por los caminos reales. Ya bastante arrojo tuvieron al amanecer, cuando rescataron los cuerpos de las tres víctimas, sin ninguna ayuda, con sus propias manos.El único alivio de la familia fue poderlos velar la noche del viernes en la finca. Sin ataúdes a la mano, los cuerpos fueron puestos sobre tablas sostenidas por adobes.En la mañana de ayer, dos días después de las trágicas muertes, la imagen no fue menor dolorosa. Los cadáveres de Leida Rosa, Pedro Antonio y Elkin Hoyos tuvieron que ser cargados por sus propios familiares y habitantes de la vereda Cuchillón, desde la finca, en hamacas atadas a palos, improvisadas como camillas.

Durante una hora y media, una veintena de personas caminó desde la lejana y montañosa vereda a través de un camino de herradura, en terreno empinado y fangoso por las lluvias de los últimos días. A las 9:30 a.m., el grupo llegó con sus muertos expuestos hasta una carretera.Allí, sin la presencia de ninguna autoridad judicial, los cuerpos fueron puestos en una volqueta dispuesta por la Alcaldía Municipal para emprender un viaje por carretera de dos horas y media hasta la cabecera de Dabeiba, con destino a la morgue municipal para las respectivas necropsias y el posterior sepelio.Durante el camino, los familiares vivían la angustia de no saber cómo iban a darles sepultura a sus tres seres queridos. "Ellos eran muy pobres, mi medio hermano
(Pedro) trabajaba como jornalero y apenas les alcanzaba para vivir y comer con el frijol que cultivaban en un terruño. No dejaron nada, ni tenían seguros? Hasta para morirse hay que tener plata", decía con tristeza un hermano.El sepelio de las tres personas se cumplirá hoy domingo y los gastos serán cubiertos por la Administración Municipal.La familia Hoyos Úsuga, como todos en la vereda Cuchillón, tiene ahora miedo de caminar por sus tierras. Sus seres queridos son las primeras víctimas civiles que dejan las minas antipersonal en esta zona de Dabeiba. El consuelo de tres huérfanos fue el amor de sus padres hasta el último aliento de vida.

Los dos niños de 9 y 12 años heridos al caer junto a sus padres en un campo minado el pasado jueves en Dabeiba, fueron trasladados el viernes por un helicóptero de la Fuerza Aérea desde este municipio hacia la Clínica León XIII de Medellín y allí se encuentran estables de salud."El menor de 9 años fue remitido a nuestra Unidad de Cuidado Intermedio y presenta avulsión del muslo derecho y los dos glúteos, fractura de fémur derecho y múltiples heridas por esquirlas en su brazo derecho. Se encuentra estable", informó el doctor Juan Pablo Guerrero, jefe de Pediatría del Hospital San Vicente de Paúl. Su hermanito de de 12 años fue remitido a la IPS Universitaria y también se encuentra estable. El pequeño ingresó al centro hospitalario con laceraciones por esquirlas en su rostro.Las minas que los hirieron fueron instaladas por miembros del frente 5 de las Farc, informaron mandos de la Fuerza de Tarea Conjunta Nudo de Paramillo.

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